INTRODUCCIÓN
Tras la
ilusión de los últimos meses, de los últimos días y especialmente de las últimas
horas, nos ha invadido a muchos una decepción contagiosa que nos induce a
buscar en lo personal las causas de nuestra desazón.
Personalmente
lamento mucho que el sueño de “MADRID 2020” se haya desvanecido de forma tan abrupta,
tornándose en pesadilla, pues el dolor es más hiriente cuando se tiene la
sensación de injusticia, de haber realizado un gran esfuerzo y haberse
entregado en cuerpo y alma a un proyecto sólido y solvente que no ha sido apenas
valorado, de tener plena conciencia de que “razones ajenas” han pesado más que
las estrictamente técnicas y deportivas relacionadas con el hecho.
Pero, ¿qué
“razones ajenas” pueden haber influido para que MADRID 2020, sin duda el mejor
proyecto, no haya pasado ni de la primera criba?
LA MALA REPUTACIÓN
“No a la gente no gusta que, uno tenga
su propia fe. No a la gente no gusta que, uno tenga su propia fe. Todos, todos
me miran mal, salvo los ciegos, es natural”. Eso cantaba Paco Ibáñez en el
Olympia de Paris. Corría el año 1969. La canción, la mala reputación, nos apunta indirectamente hacia la visión que
se tiene en estos momentos sobre España una vez se cruzan los Pirineos.
Evidentemente, habrán miles de
opiniones al respecto, pero si admitimos como premisa que el proyecto MADRID
2020 era el más tangible (desarrollado ya más del 80%), con menor inversión
(unos 1200 Mio €, por 4500 del proyecto japonés y de unos 14000 del turco) y mejor presentado (según las propias
palabras del Presidente del COI), no queda más remedio que relacionar los resultados
con la reputación (regla de las tres
“r”).
La reputación que tiene España fuera de
sus fronteras no parece coincidir con la que se vende de puertas adentro. Los
medios de comunicación, con algunas escasas y puntuales excepciones, suelen
contagiarse del espíritu de la colmena, y o bien coincidir la mayor parte de
las veces con el discurso oficialista del gobierno de turno, o bien con el de
la principal oposición con posibilidades de gobernar en poco tiempo.
Según los primeros, en la actualidad ya
se empiezan a ver “brotes verdes”, frase de los segundos cuando, hace menos de
dos años, la realidad se empeñaba en no seguir sus vaticinios.
LO QUE PIENSAN FUERA
Circulan por Internet todo tipo de
datos, también sobre España, claro. No hay más que buscar con algo de
objetividad y éstos empiezan a llenar pestañas y pestañas del navegador.
Algunos de estos datos, que se diría que han pasado sin despertar ningún
interés entre la población o entre sus interlocutores sociales, son lo
suficientemente graves como para, solo por ellos mismos, haber decantado la
decisión del COI hacia el lado que nos dejaba vacíos de ilusión.
De entre los muchos datos que podrían
extraerse de Internet a tal fin destaco los de TRANSPARENCY INTERNATIONAL, pues
tras indagar en su Web he visto unos datos que me han parecido preocupantes,
además de coincidentes con muchas opiniones que escucho a diario en tertulias
de radio o de televisión. Este organismo
internacional, que lo dirigen personas de reconocido prestigio y reputación en
sus profesiones, elabora varios informes
anuales que versan sobre la corrupción que se percibe de los diferentes países
que componen el informe. Para ello, entrevistan a sus ciudadanos siguiendo
protocolos científicos que garanticen la rigurosidad de los resultados.
En la Fig. 1 se representa por colores
el mapamundi de la corrupción. Cuanto más oscuro es el color, más corrupción
representa.
En la tabla que acompaña al mapa de la
publicación (Transparency International, 2013), España ocupa en este ranking el
puesto 30 (de 174 países), con una valoración de 65 sobre 100, siendo cien el
valor cero de corrupción.
Es anecdótico pero triste que estemos
emparejados con Botswana (ambos en la posición 30 y valorados con 65), pero por
detrás de Chipre, mejor valorado en la posición 29, con una puntuación de 66.
Da que pensar.
CONCLUSIONES
El color de España en el mapa anterior
parecería razonable si no fuera porque desentona en Europa, junto con el de
Italia, Grecia, Irlanda y varios países del Este, aunque eso no debería servirnos
de consuelo. A tal efecto, Transparency International dice, a modo de resumen:
“Some countries
score well, but no country scores a perfect 100. Two-thirds of countries score
bellow 50, indicating a serious corruption problem. Public institutions need to
be more transparent, and powerful officials more accountable.”
Sin duda alguna, las noticias sobre
corrupción con las que nos levantamos cada mañana no pasan desapercibidas ni
para la prensa internacional ni para la opinión pública en los países del
entorno. Parece evidente que, por esas y otras razones, “todos nos miran mal,
salvo los ciegos, es natural”.
REFERENCIAS
TRANSPARENCY
INTERNATIONAL (julio de 2013). Barómetro Global de la Corrupción 2013. Visto el 9/09/2013 en http://www.transparency.org/whatwedo/pub/annual_report_2012
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