lunes, 13 de mayo de 2013

LA CATEDRAL DE JUSTO (MEJORADA DEL CAMPO)


¿ES JUSTO UN SIMULACRO?

No. No es Justo un simulacro. Así es la obra de Justo: real, sobria, espartana, imaginativa, humilde, sincera… De las auténticas cosas tangibles que podemos ver en este momento. Un monumento al esfuerzo y a la superación, a la abnegación y a la constancia, pero sobre todo a la fe.

No hay nada de simulacro en la Catedral de Justo. Al contrario, todo es sencillo y artesanal. Basta con echar un vistazo general para quedarse embobado ante el trabajo de más de 45 años de un solo hombre, sin más ayuda que su fuerza interior y la voluntad de los sorprendidos visitantes que al principio dudan de la autenticidad de la realidad que les envuelve y les embriaga.

Es una historia curiosa, anecdótica y apasionante la que se alberga en el interior de esos muros levantados con escombros y desde los escombros. Una historia que se torna en cómica cuando se contempla la grandeza de esas paredes que se alzan hasta más de 25 metros con un alma reencarnada en su interior que antes fue armazón de cama oxidada, triciclo o utensilio de cocina.

La vida de Justo transcurre en paralelo a la de su catedral. Mofa para algunos, admiración para los que hemos transitado por sus pasillos y enmudecido ante la perseverancia de su creador.

LA CATEDRAL DE JUSTO

Justo quiso ser sacerdote en su juventud, pero debido a una enfermedad contagiosa en aquel tiempo tuvo que llevar sus votos en silencio, apartado de lo que era su vocación. Pero cuando ésta no obedece a capricho se torna más fuerte, y así, levantando su catedral, desafió a su destino y lo puso en manos de Dios.

Todo está en su cabeza, no hay planos ni planes. Todo se va haciendo según el día a día, su conciencia y las ayudas materiales que permitan seguir escalando el cielo.

Justo, a sus casi 88 años, se levanta a las 3 de la madrugada para empezar su prueba de fe diaria, aderezada con esfuerzo físico, sudor y agradecimiento por lo que depare cada nueva jornada de trabajo. Su catedral se ha convertido en lugar de peregrinación de licenciados que observan atónitos las soluciones caseras que Justo aplica a cada arco, a cada columna, a cada escalera, a cada torre, a cada bóveda… Todo ello sin planos, sin cálculos, sin tablas, solos él y su espíritu.

En Mejorada del Campo brilla la catedral de Justo, una “Sagrada Familia” que probablemente no se termine nunca, pero no así el ejemplo de Justo. Una referencia para evadirnos unos instantes del simulacro en el que vivimos y asirnos temporalmente a una realidad añeja que transcurre semioculta y sin distorsiones, paso a paso.

El vídeo de su vida:

























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