¿ES JUSTO UN SIMULACRO?
No. No es Justo un
simulacro. Así es la obra de Justo: real, sobria, espartana, imaginativa,
humilde, sincera… De las auténticas cosas tangibles que podemos ver en este
momento. Un monumento al esfuerzo y a la superación, a la abnegación y a la
constancia, pero sobre todo a la fe.
No hay nada de simulacro en la Catedral
de Justo. Al contrario, todo es sencillo y artesanal. Basta con echar un
vistazo general para quedarse embobado ante el trabajo de más de 45 años de un
solo hombre, sin más ayuda que su fuerza interior y la voluntad de los
sorprendidos visitantes que al principio dudan de la autenticidad de la
realidad que les envuelve y les embriaga.
Es una historia curiosa, anecdótica y
apasionante la que se alberga en el interior de esos muros levantados con
escombros y desde los escombros. Una historia que se torna en cómica cuando se
contempla la grandeza de esas paredes que se alzan hasta más de 25 metros con
un alma reencarnada en su interior que antes fue armazón de cama oxidada,
triciclo o utensilio de cocina.
La vida de Justo transcurre en paralelo
a la de su catedral. Mofa para algunos, admiración para los que hemos transitado
por sus pasillos y enmudecido ante la perseverancia de su creador.
LA CATEDRAL DE JUSTO
Justo quiso ser
sacerdote en su juventud, pero debido a una enfermedad contagiosa en aquel
tiempo tuvo que llevar sus votos en silencio, apartado de lo que era su
vocación. Pero cuando ésta no obedece a capricho se torna más fuerte, y así,
levantando su catedral, desafió a su destino y lo puso en manos de Dios.
Todo está en su cabeza, no hay planos
ni planes. Todo se va haciendo según el día a día, su conciencia y las ayudas
materiales que permitan seguir escalando el cielo.
Justo, a sus casi 88
años, se levanta a las 3 de la madrugada para empezar su prueba de fe diaria,
aderezada con esfuerzo físico, sudor y agradecimiento por lo que depare cada
nueva jornada de trabajo. Su catedral se ha convertido en lugar de
peregrinación de licenciados que observan atónitos las soluciones caseras que
Justo aplica a cada arco, a cada columna, a cada escalera, a cada torre, a cada
bóveda… Todo ello sin planos, sin cálculos, sin tablas, solos él y su espíritu.
El vídeo de su vida:
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