INTRODUCCIÓN
Los profesionales de la docencia suelen conceder gran importancia a conocer en una gran medida todo lo que afecta al proceso de aprendizaje de sus estudiantes, que empieza por el diseño de los contenidos de la materia en cuestión, de acuerdo con la múltiple y diversa normativa vigente, seguido del planteamiento de una estrategia comunicativa con los alumnos (que conllevará todo tipo de actividades, tareas y controles), y de una posterior evaluación que permita establecer el grado de adquisición de conocimientos o de competencias, según corresponda. Además, habrá que añadir algún proceso o protocolo de recuperación para lo estudiantes que no hayan conseguido alcanzar los objetivos. Básicamente, éste sería el proceso de enseñanza-aprendizaje más extendido, aunque mencionado muy superficialmente, que lleva a la práctica generalmente la mayoría de docentes.
Como en cualquier
profesión, los expertos de una especialidad suelen preocuparse por todo el
circuito que recorre la materia prima, de principio a fin, hasta obtener al
final del proceso un producto de la máxima calidad en el que han volcado todo
su saber y buen hacer. Lo mismo ocurre con los docentes, profesión muy
cuestionada en los últimos años, pero que ha sido el pilar sobre el que se ha
edificado cualquier sociedad, antigua o moderna.
Cuando se habla
del proceso de enseñanza-aprendizaje es inevitable hablar de educación,
pedagogía y de didáctica.
Las tres
definiciones van de la mano, pero se trata de conceptos diferentes que han ido
adquiriendo un significado más concreto en función del mayor conocimiento
humano. Si bien la educación la podemos datar en las comunidades primitivas y es
considerada como “la acción y efecto de educar en un sentido de instrucción por
medio de la acción docente” (así la encontramos definida en la RAE en una de
sus varias acepciones), el concepto de pedagogía es mucho más reciente,
estimándose que nace a partir del siglo XVII en Francia, de la mano de los
jesuitas. La pedagogía es la ciencia que se ocupa de la educación y la
enseñanza (según la RAE), aunque existen otras tantas definiciones de las que,
tal vez, la que más justicia y claridad le confiere es la que la define como
“el arte de enseñar”.
La didáctica
tiene unos orígenes que se remontan, como en el caso de la pedagogía, al siglo
XVI-XVII, considerándose a Juan Amos Comenius como el primer pedagogo que acuña
el término “didáctica”. Y esto lo hace con la publicación del libro “Didáctica
Magna”, en el que plantea el proceso de aprendizaje que deben seguir los
estudiantes para adquirir los conocimientos de la época en un determinado
contexto.
Por lo tanto, la
educación hace referencia, en un sentido global, a los conocimientos que va
adquiriendo la persona desde su infancia en relación a la posición que ocupa en
el contexto social en el que se encuentra. Aunque en gran parte de la sociedad,
cuando se hace referencia a la falta de educación, uno de los primeros
pensamientos que afloran entre la ciudadanía suele relacionarla con un
comportamiento soez o grosero por parte de la persona aludida, pero en realidad
su sentido es mucho más amplio y hace referencia a los valores sociales y
también a la formación mínima establecida por esa sociedad y considerada como el
estándar de conocimientos generales que debe adquirir cualquier persona para
considerarse educada. Es decir, cuando se habla de educación no solo se hace
referencia al comportamiento social y al respeto a unas normas de urbanidad o
de saber estar con respeto a los demás, sino también a unas capacidades
entendidas como mínimas e indispensables que debe tener cualquier persona que
forme parte de esa sociedad (leer, escribir, hablar correctamente, etc.). Sin embargo,
existe un especie de solapamiento o invasión material del campo de significado
que delimita el contexto de uso de cada uno de estos vocablos, lo que provoca
que frecuentemente utilicemos de forma inadecuada los términos educación,
pedagogía o didáctica.
La didáctica,
siendo un término que hace referencia al proceso de enseñanza-aprendizaje, no es
más que una rama más de la pedagogía, encargándose la primera de buscar métodos
y técnicas para mejorar la enseñanza. Esa es una de las razones por la que en
esta disciplina encontraremos definiciones de pautas para que el aprendizaje de
los estudiantes sea significativo, o bien para que los conocimientos los
asimilen de una forma más eficaz (Pérez y Gardey, 2008).
PEDAGOGÍA
Existen varias definiciones de pedagogía. Algunas de ellas afirman que pedagogía es:
─
El
arte de educar.
─
El
conocimiento teórico-práctico acumulado a lo largo de la Historia de la
educación.
─
El
porqué y el para qué de la educación.
─
La
respuesta científica a la pregunta “¿cómo educar?”
DIDÁCTICA
Entonces, por simple paralelismo con la pedagogía, didáctica es:
─
El
arte de enseñar.
─
La
ciencia que estudia las prácticas de enseñanza (junto con otras disciplinas
pedagógicas).
─
El
porqué y el para qué de la enseñanza.
─
La
respuesta científica a la pregunta “¿cómo enseñar?”
¿CÓMO APRENDEMOS?
Es conocido que la huella dactilar identifica a un individuo único en el mundo. Cada persona tiene su propio distintivo, que es diferente del de los demás aunque guarde muchas similitudes con otros. De igual forma, no hay dos cerebros iguales, si bien encontraremos muchas similitudes físicas entre dos cerebros equiparables, y otras tantas en la forma en que procesan la información y emiten una señal, también muy parecida pero diferente. Ese tipo de señales suelen traducirse en un impulso nervioso aplicado a una zona determinada de nuestro cuerpo, provocando la acción y el consecuente movimiento de un músculo.
Conocer el funcionamiento del cerebro humano es
imprescindible para que el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje
contemple estrategias especialmente diseñadas teniendo en cuenta la forma en
que el cerebro va a asimilar determinados conocimientos. Es más, la ley de
Educación abre la puerta al aprendizaje personalizado y su universalización
como grandes retos de la transformación educativa, que está íntimamente
relacionada con el uso intensivo de las tecnologías (LOMCE, 2013:97864). Por lo
tanto, el camino queda expedito para que los docentes diseñen estrategias de aprendizaje que
contemplen la individualidad del estudiante, dado que se parte de la base de
que no hay dos estudiantes iguales y de que la forma de aprender es distinta
para cada alumno (Cazau, 2008). De ahí que se hable de ritmos y de estilos de
aprendizaje, creando varios grandes grupos y ubicando a los estudiantes en
ellos según como hayan desarrollado su forma de asimilar los conocimientos.
Según la teoría neurolingüística, o programación
neurolingüística (PNL), las personas quedan clasificadas según el siguiente
esquema, atendiendo a su estilo de aprendizaje:
1. Cognitivos. Se basan mucho
en lo que perciben sus sentidos.
1.1.
Visual:
pensamiento espacial. Recuerda lo que ve.
1.2.
Auditivo:
pensamiento verbal. Recuerda lo que oye. Se les facilita aprender en
conferencias y dialogar con sus compañeros.
1.3.
Kinestésico:
pensamiento motórico. Aprende lo que hace.
2. Afectivos: se vinculan con
las motivaciones y expectativas que influyen en el aprendizaje.
3. Fisiológicos: están
relacionados con el biotipo y biorritmo del estudiante.
Pero también otros estudios nos hablan sobre cómo el cerebro
juega un papel vital en el proceso de enseñanza-aprendizaje de cualquier
persona. Atendiendo a su estructura, podemos apreciar en la siguiente imagen cómo
el hemisferio más desarrollado puede determinar un estilo de aprendizaje u
otro:
EL CONO DEL
APRENDIZAJE
Otros estudios científicos, como el de Edgar Dale (1932), analizan la capacidad de recordar que tiene el cerebro en función de cómo ha adquirido y asimilado la información. Los resultados han quedado inmortalizados en el recurrente “cono del aprendizaje”, también conocido como “pirámide del conocimiento”.
Todo docente debería tener muy presente la imagen
del cono del aprendizaje, porque de una forma especialmente clara ilustra los
métodos y estrategias que se han venido usando en el aula hasta nuestros días,
así como la rentabilidad o rendimiento que cada metodología produce en el
alumno.
En la base del cono o pirámide se encuentra el
“aprender haciendo”, aunque en algunas representaciones se sitúa este máximo
aprovechamiento al revés, en el vértice superior del cono o pirámide, pero el
significado no deja lugar a dudas: el aprender haciendo y participando
activamente en lo que se estudia tiene el mayor impacto en la asimilación del
conocimiento y en su perdurabilidad en la memoria. Cabe señalar que “enseñar a
otros” formaría parte del “aprender haciendo”, ya que implica una actitud
activa y motivadora al requerirse un gran esfuerzo de síntesis para hacer
comprender a otra persona lo que se quiere enseñar.
REFERENCIAS
CAZAU, P. (2008). Estilos
de aprendizaje. Visto el 19/10/2017 en http://ww2.educarchile.cl/UserFiles/P0001/File/Estilos%20de%20aprendizaje%20Generalidades.pdf
DALE, E. (1932). “Methods for Analyzing the Content of Motion
Pictures." Journal of Educational Sociology 6 (1932): 244-250.
LOMCE (2013). Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la
mejora de la calidad educativa. BOE Nº 295:97864. Visto el 19/10/2017 en
http://www.boe.es/boe/dias/2013/12/10/pdfs/BOE-A-2013-12886.pdf
PÉREZ, J.; y GARDEY, A.
(2008). Definición de didáctica. Blog en Wordpress. Actualizado: 2012.
Visto el 23/10/2017 en http://definicion.de/didactica/
RAE (s.f.). Búsqueda por
palabras: educación. Web “Diccionario de
la Lengua Española”. Visto el 21/10/2017 en http://dle.rae.es/?id=EO5CDdh
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