domingo, 26 de septiembre de 2010

VOTO ELECTRÓNICO

Una sociedad en la que Internet ocupa cada vez un espacio más relevante y en la que el acceso en línea para realizar compras, gestiones con la Administración, estudios, consultas… se ha convertido en algo habitual entre muchos millones de personas, tiene en el sistema de votación electrónica el adecuado barómetro para medir los beneficios de su uso o detectar tendencias que necesitan corregirse.

Las modernas encuestas en línea que aparecen en muchos portales Web ofrecen respuestas rápidas y genéricas a una o varias preguntas que suelen ser representativas de una problemática social actual. Una de las principales ventajas de estas encuestas es la de conocer de forma inmediata la evolución de los resultados, de forma que cualquiera que haya accedido a la votación pueda ver las estadísticas en tiempo real.

Algunos de los usos más típicos sn los siguientes:

• Dinamizar seminarios de motivación o de directivos
• Animar mesas redondas y coloquios (médicos o de otra índole)
• Acompasar los talleres de reflexión o de trabajo
• Evaluar a los participantes en una acción de formación
• Sondear a la población durante una encuesta, una consulta del personal
• Recoger comentarios cuando se lanzan nuevos productos o servicios
• Valorizar la imagen de la empresa durante un seminario de integración
• Animar un stand durante una feria

Pero ni se quedan aquí las posibles aplicaciones ni debería limitarse su uso a cuestiones de menor calado como las citadas, en comparación con otras que inciden directamente sobre el destino político de una nación, como es la aplicación del voto electrónico a las Elecciones Generales.
La automatización de los censos (años 80) representa la primera incursión de la Informática en los procesos electorales. Actualmente existen bastantes países que han incorporado el sistema de votación electrónica de forma habitual en todo tipo de elecciones. Por ejemplo:
• Bélgica
• Estados Unidos
• Brasil
• Venezuela
• Filipinas...

Pero otros muchos han realizado experiencias piloto y, aunque todavía no tienen legislación específica al respecto, es previsible que la incorporen en los próximos años: Alemania, Canadá, España, Francia, Reino Unido…


Hablar de democracia implica tener en cuenta la opinión de los ciudadanos. De hecho, las elecciones son la máxima expresión de la voluntad ciudadana para que les gobierne por cuatro años un partido político. Lo que no es de recibo es encontrarse con los altos índices de abstención que se dan en muchas elecciones (en más de una ocasión superan con holgura el 50%). En el caso concreto de España, tanto a nivel municipal, autonómico, nacional como europeo la abstención oscila entre un 30 y un 65%. Difícilmente se puede considerar representativa a una candidatura que vence con una participación electoral por debajo del 50%, sin embargo, esto es bastante frecuente.

La votación electrónica, sin duda, acerca las urnas a los ciudadanos y por tanto, por el contrario de lo que pueda pensar alguno, humaniza los procesos electorales. Por otro lado, ya están superados desde hace tiempo cualesquiera problemas de seguridad que pudieran haberse planteado, por lo que cabe preguntarse ¿cuándo se va a implantar de forma generalizada en nuestro país la votación electrónica, aunque sea en paralelo a la convencional?

El sistema de votación electrónica puede representar, en el caso de sustitución completa del convencional, un ahorro de costes de más del 80% (sedes, alquiler de edificios, personal, dietas, tiempo…) y una fiabilidad netamente por encima de cualquier otra alternativa. ¿Qué temor hay a su aplicación inmediata? ¿Por qué no se legisla y se introduce en la Ley Electoral de forma definitiva? Este mismo año, en su segunda mitad, se llevarán a cabo las elecciones sindicales en educación. Puede ser una buena ocasión para poner en práctica la votación electrónica, pues el colectivo de personas que van a participar tiene unas características bien definidas que encajan perfectamente en este sistema de votación:

1. Se trata de un colectivo altamente cualificado.
2. La abstención en votación convencional suele estar por encima del 50% de promedio.