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domingo, 3 de diciembre de 2017

EL PROCESO DE ENSEÑANZA - APRENDIZAJE ILUSTRADO CON "SCRATCH", "PREZI", "GoConqr" y "MIND42"

En determinadas ocasiones nos topamos con circunstancias que ejemplifican el dicho de "más vale una imagen que mil palabras".

Considero que ésta es una de esas ocasiones en las que merece la pena ilustrar una idea mediante una imagen, aunque para el presente caso se trata de una sucesión de imágenes y de un programa, Scratch, que es el que permite la creación del resultado que se presenta en la primera parte del post.

Encontraremos en esta representación una combinación de elementos que conforman el proceso y que lo llevan a su máxima efectividad. Comprobará el lector que estos elementos que se describen a lo largo del recorrido de la exposición, son precisamente los fundamentales para que el cerebro grabe esa información y la convierta en conocimiento, además de forma perenne trasladándola a la memoria de largo plazo, según los principios neuro-didácticos.

Veamos el proceso:


   

Fig. 1. Ilustración con Scratch del proceso de enseñanza - aprendizaje. Fuente: J. Martín Berbaldo de Quirós


Envío una felicitación a J. Martín por su ingenio y especial esfuerzo en plasmar este proceso con los medios má actuales e innovadores.


Sratch: https://scratch.mit.edu




Pero también podemos ilustrar este proceso por otros medios, también innovadores, que resaltan el buen trabajo y el esfuerzo en su realización. También mi enhorabuena a Emilia Andreea Negrea por esta presentación:




Fig. 2. Ilustración con Prezi del proceso de enseñanza - aprendizaje. Fuente: Emilia Andrea Negrea





Igualmente atractivos e ilustrativos resultan los mapas mentales, pues reflejarán la idea con todo lujo de detalles y con más profundidad que los casos anteriores, aunque quizá no resulten tan atractivos:





Fig. 3. Mapa con GoConqr del proceso de enseñanza-aprendizaje. Fuente: Inés Gómez-Tavira García-Ochoa




Fig. 4. Mapa con GoConqr del proceso de enseñanza-aprendizaje. Fuente: Gema Hortal Gutiérrez








Fig. 5. Mapa con Mind42 del proceso de enseñanza - aprendizaje. Fuente: Lorena Jiménez Mejías






sábado, 11 de noviembre de 2017

EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE

INTRODUCCIÓN

Los profesionales de la docencia suelen conceder gran importancia a conocer en una gran medida todo lo que afecta al proceso de aprendizaje de sus estudiantes, que empieza por el diseño de los contenidos de la materia en cuestión, de acuerdo con la múltiple y diversa normativa vigente, seguido del planteamiento de una estrategia comunicativa con los alumnos (que conllevará todo tipo de actividades, tareas y controles), y de una posterior evaluación que permita establecer el grado de adquisición de conocimientos o de competencias, según corresponda. Además, habrá que añadir algún proceso o protocolo de recuperación para lo estudiantes que no hayan conseguido alcanzar los objetivos. Básicamente, éste sería el proceso de enseñanza-aprendizaje más extendido, aunque mencionado muy superficialmente, que lleva a la práctica generalmente la mayoría de docentes.

Como en cualquier profesión, los expertos de una especialidad suelen preocuparse por todo el circuito que recorre la materia prima, de principio a fin, hasta obtener al final del proceso un producto de la máxima calidad en el que han volcado todo su saber y buen hacer. Lo mismo ocurre con los docentes, profesión muy cuestionada en los últimos años, pero que ha sido el pilar sobre el que se ha edificado cualquier sociedad, antigua o moderna.

Cuando se habla del proceso de enseñanza-aprendizaje es inevitable hablar de educación, pedagogía y de didáctica.

Las tres definiciones van de la mano, pero se trata de conceptos diferentes que han ido adquiriendo un significado más concreto en función del mayor conocimiento humano. Si bien la educación la podemos datar en las comunidades primitivas y es considerada como “la acción y efecto de educar en un sentido de instrucción por medio de la acción docente” (así la encontramos definida en la RAE en una de sus varias acepciones), el concepto de pedagogía es mucho más reciente, estimándose que nace a partir del siglo XVII en Francia, de la mano de los jesuitas. La pedagogía es la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza (según la RAE), aunque existen otras tantas definiciones de las que, tal vez, la que más justicia y claridad le confiere es la que la define como “el arte de enseñar”.

La didáctica tiene unos orígenes que se remontan, como en el caso de la pedagogía, al siglo XVI-XVII, considerándose a Juan Amos Comenius como el primer pedagogo que acuña el término “didáctica”. Y esto lo hace con la publicación del libro “Didáctica Magna”, en el que plantea el proceso de aprendizaje que deben seguir los estudiantes para adquirir los conocimientos de la época en un determinado contexto.

Por lo tanto, la educación hace referencia, en un sentido global, a los conocimientos que va adquiriendo la persona desde su infancia en relación a la posición que ocupa en el contexto social en el que se encuentra. Aunque en gran parte de la sociedad, cuando se hace referencia a la falta de educación, uno de los primeros pensamientos que afloran entre la ciudadanía suele relacionarla con un comportamiento soez o grosero por parte de la persona aludida, pero en realidad su sentido es mucho más amplio y hace referencia a los valores sociales y también a la formación mínima establecida por esa sociedad y considerada como el estándar de conocimientos generales que debe adquirir cualquier persona para considerarse educada. Es decir, cuando se habla de educación no solo se hace referencia al comportamiento social y al respeto a unas normas de urbanidad o de saber estar con respeto a los demás, sino también a unas capacidades entendidas como mínimas e indispensables que debe tener cualquier persona que forme parte de esa sociedad (leer, escribir, hablar correctamente, etc.). Sin embargo, existe un especie de solapamiento o invasión material del campo de significado que delimita el contexto de uso de cada uno de estos vocablos, lo que provoca que frecuentemente utilicemos de forma inadecuada los términos educación, pedagogía o  didáctica.

La didáctica, siendo un término que hace referencia al proceso de enseñanza-aprendizaje, no es más que una rama más de la pedagogía, encargándose la primera de buscar métodos y técnicas para mejorar la enseñanza. Esa es una de las razones por la que en esta disciplina encontraremos definiciones de pautas para que el aprendizaje de los estudiantes sea significativo, o bien para que los conocimientos los asimilen de una forma más eficaz (Pérez  y Gardey, 2008).


PEDAGOGÍA

Existen varias definiciones de pedagogía. Algunas de ellas afirman que pedagogía es:
       El arte de educar.
       El conocimiento teórico-práctico acumulado a lo largo de la Historia de la educación.
       El porqué y el para qué de la educación.
       La respuesta científica a la pregunta “¿cómo educar?”


DIDÁCTICA

Entonces, por simple paralelismo con la pedagogía, didáctica es:
       El arte de enseñar.
       La ciencia que estudia las prácticas de enseñanza (junto con otras disciplinas pedagógicas).
       El porqué y el para qué de la enseñanza.
       La respuesta científica a la pregunta “¿cómo enseñar?”


¿CÓMO APRENDEMOS?

Es conocido que la huella dactilar identifica a un individuo único en el mundo. Cada persona tiene su propio distintivo, que es diferente del de los demás aunque guarde muchas similitudes con otros. De igual forma, no hay dos cerebros iguales, si bien encontraremos muchas similitudes físicas entre dos cerebros equiparables, y otras tantas en la forma en que procesan la información y emiten una señal, también muy parecida pero diferente. Ese tipo de señales suelen traducirse en un impulso nervioso aplicado a una zona determinada de nuestro cuerpo, provocando la acción y el consecuente movimiento de un músculo.

Conocer el funcionamiento del cerebro humano es imprescindible para que el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje contemple estrategias especialmente diseñadas teniendo en cuenta la forma en que el cerebro va a asimilar determinados conocimientos. Es más, la ley de Educación abre la puerta al aprendizaje personalizado y su universalización como grandes retos de la transformación educativa, que está íntimamente relacionada con el uso intensivo de las tecnologías (LOMCE, 2013:97864). Por lo tanto, el camino queda expedito para que los docentes  diseñen estrategias de aprendizaje que contemplen la individualidad del estudiante, dado que se parte de la base de que no hay dos estudiantes iguales y de que la forma de aprender es distinta para cada alumno (Cazau, 2008). De ahí que se hable de ritmos y de estilos de aprendizaje, creando varios grandes grupos y ubicando a los estudiantes en ellos según como hayan desarrollado su forma de asimilar los conocimientos.

Según la teoría neurolingüística, o programación neurolingüística (PNL), las personas quedan clasificadas según el siguiente esquema, atendiendo a su estilo de aprendizaje:

1.       Cognitivos. Se basan mucho en lo que perciben sus sentidos.
1.1.     Visual: pensamiento espacial. Recuerda lo que ve.
1.2.     Auditivo: pensamiento verbal. Recuerda lo que oye. Se les facilita aprender en conferencias y dialogar con sus compañeros.
1.3.     Kinestésico: pensamiento motórico. Aprende lo que hace.
2.       Afectivos: se vinculan con las motivaciones y expectativas que influyen en el aprendizaje.
3.       Fisiológicos: están relacionados con el biotipo y biorritmo del estudiante.

Pero también otros estudios nos hablan sobre cómo el cerebro juega un papel vital en el proceso de enseñanza-aprendizaje de cualquier persona. Atendiendo a su estructura, podemos apreciar en la siguiente imagen cómo el hemisferio más desarrollado puede determinar un estilo de aprendizaje u otro:




EL CONO DEL APRENDIZAJE


Otros estudios científicos, como el de Edgar Dale (1932), analizan la capacidad de recordar que tiene el cerebro en función de cómo ha adquirido y asimilado la información. Los resultados han quedado inmortalizados en el recurrente “cono del aprendizaje”, también conocido como “pirámide del conocimiento”.

Todo docente debería tener muy presente la imagen del cono del aprendizaje, porque de una forma especialmente clara ilustra los métodos y estrategias que se han venido usando en el aula hasta nuestros días, así como la rentabilidad o rendimiento que cada metodología produce en el alumno.

En la base del cono o pirámide se encuentra el “aprender haciendo”, aunque en algunas representaciones se sitúa este máximo aprovechamiento al revés, en el vértice superior del cono o pirámide, pero el significado no deja lugar a dudas: el aprender haciendo y participando activamente en lo que se estudia tiene el mayor impacto en la asimilación del conocimiento y en su perdurabilidad en la memoria. Cabe señalar que “enseñar a otros” formaría parte del “aprender haciendo”, ya que implica una actitud activa y motivadora al requerirse un gran esfuerzo de síntesis para hacer comprender a otra persona lo que se quiere enseñar.


REFERENCIAS
CAZAU, P. (2008). Estilos de aprendizaje. Visto el 19/10/2017 en http://ww2.educarchile.cl/UserFiles/P0001/File/Estilos%20de%20aprendizaje%20Generalidades.pdf
DALE, E. (1932). “Methods for Analyzing the Content of Motion Pictures." Journal of Educational             Sociology 6 (1932): 244-250.
LOMCE (2013). Ley  Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa. BOE Nº 295:97864. Visto el 19/10/2017 en http://www.boe.es/boe/dias/2013/12/10/pdfs/BOE-A-2013-12886.pdf
PÉREZ, J.; y GARDEY, A. (2008). Definición de didáctica. Blog en Wordpress. Actualizado: 2012. Visto el 23/10/2017 en http://definicion.de/didactica/

RAE (s.f.). Búsqueda por palabras: educación. Web “Diccionario de la Lengua Española”. Visto el 21/10/2017 en http://dle.rae.es/?id=EO5CDdh


jueves, 9 de febrero de 2017

NEUROEDUCACIÓN (I): POR OTRA ESCUELA

Hay quien afirma que la neuroeducación demuestra que la emoción y el conocimiento van juntos (Mora, F.; 2013).

Ciertamente, cuando se habla de aprendizaje significativo se da por hecho que el individuo ha entendido y asimilado un conocimiento, pero ello también lleva implícito que se han dado una serie de procesos cerebrales que han permitido ese entendimiento.

Por tanto, un proceso de aprendizaje debería tener en cuenta las características físicas y químicas del cerebro del individuo, pues no hacerlo sería algo así como estar a oscuras en una habitación buscando la puerta de salida a tientas. De hecho, cualquier docente realiza un análisis de sus estudiantes, aunque sea en conjunto, para decidir cuál es la mejor forma de llegar a sus mentes, de captar su atención. Y se trata, además, de una acción que puede ir variando continuamente en el tiempo en función de la retroalimentación inmediatamente que proporcionan los estudiantes, incluso de forma inconsciente.

En el siguiente vídeo se ponen de manifiesto algunos conceptos y razonamientos específicos sobre la forma en que el cerebro asimila el conocimiento, es decir, aprende.



Fig. 1: La neuroeducación. Fuente: YouTube

La neurociencia está íntimamente ligada con los procesos de aprendizaje. En consecuencia, es importante para un docente conocer cuáles son los procesos que se forman en el interior del cerebro humano para convertir unas estimulaciones externas en un aprendizaje profundo y duradero.



El siguiente artículo (publicado en El País el 12 de diciembre de 2013 por Carlos Arroyo) muestra una entrevista a Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana (Universidad Complutense de Madrid) y catedrático adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica (Universidad de Iowa, EEUU). Doctorado en Medicina por la Universidad de Granada y en Neurociencias por la Universidad de Oxford:


NEUROEDUCACIÓN (I)


En el mismo momento de nacer ya estamos aprendiendo. Aprender es un proceso innato y consustancial para mantener la vida. Es imprescindible para que la especie sobreviva. Es la necesidad más vieja del mundo: como comer, beber o reproducirse. Cualquier individuo biológico que no pudiera aprender, o que aprendiera mal, perecería pronto, como perecería quien no comiera ni bebiera. La vida no sería viable sin el aprendizaje.


La maquinaria molecular del proceso de aprendizaje se pierde en los arcanos del tiempo: ya existía en los seres unicelulares, hace al menos 3.000 millones de años. Aprender conlleva un proceso molecular que se ha ido elaborando y haciéndose más complejo con la aparición del sistema nervioso, comenzando con los invertebrados. Un caracol, por ejemplo, posee una poderosa maquinaria neuronal con la que aprende a distinguir en su entorno lo que es bueno (un trozo de comida) de lo que es malo (cualquier sustancia tóxica).

El cerebro de los mamíferos, y entre ellos el ser humano, posee un diseño orquestado por códigos heredados a lo largo del proceso evolutivo que empujan a todos los seres vivos a aprender de modo espontáneo. Códigos que vienen impresos en el programa genético de cada especie. Al nacer, el de aprendizaje es el primer mecanismo cerebral que se activa. Es el mecanismo responsable de la adaptación al medio ambiente y la supervivencia.

Todos hemos visto en televisión cómo la gacela recién nacida intenta ponerse de pie en solo unos minutos, y lo hace aprendiendo de la realidad del mundo que pisa. El contacto directo con el mundo físico es absolutamente imprescindible para que los códigos genéticos se enciendan y, con ello, la maquinaria del aprendizaje. Se aprende aprendiendo: una vez puesta de pie, la gacela aprende que no debe correr por la pradera, expuesta a depredadores, y lo hace muy pegada a su madre, porque ya ha aprendido, rapidisimamente, que esta la protegerá. Eso es aprendizaje, y los mecanismos que lo sostienen son los códigos sagrados de la existencia biológica, que digámoslo una vez más, son los que mantienen la supervivencia.


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Fig. 2: Niños jugando en el campo. Fuente: http://datomujer.com

El aprendizaje del ser humano no es, en su esencia, muy diferente del que acabo de describir. En sus primeros años, el ser humano también debiera aprender cómo es el mundo de modo directo en la naturaleza, y no en las aulas. Es cierto que, a diferencia de la gacela, el aprendizaje del ser humano requiere un proceso activo por parte de los demás.

Por ejemplo, al niño de 2 o 3 años, ahora que nos estamos dando cuenta de la envergadura y trascendencia que tiene la educación en esas edades, no se le debería enseñar qué es una flor más que en el campo, haciendo que el niño observe la flor en el contexto de las demás flores y hojas y ramas, y mirándola de forma aislada o en el conjunto de otras flores. Y que pueda coger la flor, tocarla y olerla, y arrancar los pétalos y hacerlo tanto con una flor tersa, acharolada y reluciente, como con aquella que pierde su brillo y fulgor, y aun lo que queda, ya seco, de aquella misma flor. Y así, con las hojas y las ramas de los árboles. Y como en este ejemplo, todo el aprendizaje del mundo sensorio-motor del niño de esta edad debería ser extraído más de la realidad, en directo, y menos de las fotografías, los vídeos o los libros, encerrado entre las cuatro paredes de una guardería.

Solo así, de manera natural, no lo olvidará nunca y, además, con ello construirá los elementos sensoriales sólidos con los que luego creará los abstractos y las ideas, que son los átomos del pensamiento. Solo aprendiendo bien los concretos perceptivos se pueden aprender bien después esos abstractos que, engarzados en hilos de tiempo, constituyen el razonamiento humano.

Pues bien, todo esto viene orquestado por la emoción, por el cerebro emocional. Todo cuanto hay en el mundo, si resulta nuevo, diferente y sobresale de la monotonía, despierta la curiosidad, uno de los ingredientes básicos de la emoción. La curiosidad es la llave que abre la ventana de la atención y con ella se ponen en marcha los mecanismos neuronales con los que se aprende y se memoriza.


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Fig. 3: Niños jugando en el campo. Fuente: http://datomujer.com


Es decir, el encendido de la emoción por lo que se ve, se oye o se toca es el núcleo central de todo aprendizaje, sea a edades muy tempranas, como las que acabo de mencionar, sea a cualquiera de las edades por las que transcurre el arco vital del ser humano, incluido el propio proceso de envejecimiento. Nadie puede aprender nada a menos que aquello que vaya a aprender le motive, le diga algo, posea algún significado que le encienda emocionalmente.

La curiosidad precede a la atención. La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o castigo (peligro) y que por tanto tiene que ver, lo digo una vez más, con la supervivencia del individuo. La atención es como un foco de luz que ilumina lo que hay delante de nosotros y lo distingue, lo diseca de todo lo demás. Fuera de ese foco queda la penumbra, y en ella apenas si se puede discriminar algo. Es con esa luz como se ponen en marcha los mecanismos neuronales del aprendizaje y la memoria. Y es con ello como se crea el conocimiento.

Hoy la neurociencia comienza a conocer los ingredientes de esos procesos que son la emoción, curiosidad, atención, percepción y conciencia, aprendizaje y memoria, y toda otra serie de añadidos fisiológicos importantes para ese aprendizaje, como son el sueño, los ritmos circadianos y tantos otros. Y a partir de la neurociencia, empieza a tomar cuerpo la neuroeducación, que analizaremos en la continuación de este artículo, la próxima semana.


jueves, 10 de junio de 2010

REFLEXIONES SOBRE EL APRENDIZAJE A TRAVÉS DE LA WEB: EL E-LEARNING

La docencia moderna bien podría clasificarse en función de las tres dimensiones que definen Barberà y Litwin (2006), es decir, superadas las dimensiones de la agenda clásica de la didáctica y de la psicología cognitiva, coincidimos en la dimensión de la espontaneidad intuitiva y de la formación de una sapiencia práctica. Nos hallaríamos por tanto en la tercera dimensión.


La adopción de las TIC como herramienta usual en las clases nos sitúa, de hecho, en esa tercera dimensión, dado que las componentes de la espontaneidad y de la intuición le son inherentes. El uso de las TIC propicia que el alumno participe activamente en todo momento, a diferencia del alumno pasivo de la primera dimensión: en ella, el sujeto pasivo se limitaba a escuchar la mayor parte de las veces y a formar parte de un plan predefinido férreamente, sin fisuras, en donde lo más importante era cumplir los objetivos señalados en la relación temporalización / materias. Lo demás era secundario.

En general, la mayoría del profesorado que usa las TIC en sus clases hace referencia a las experiencias que ha tenido con las TIC y, en general, a los buenos resultados obtenidos. Además, se percibe hasta un alto grado de satisfacción en ellos por el hecho de haberlas utilizado y por el rendimiento mostrado por los alumnos. Sin embargo, bajo mi punto de vista, no estoy tan seguro de las bondades de las TIC al cien por cien. Creo que la enseñanza actual responde al compendio de muchas cosas y no sólo al mero uso de las TIC (Jackson, 2002, p. 34).

Las TIC nos han traído muchos beneficios y muchos cambios sociales: la Sociedad de la Información y el Conocimiento (Castells, 2006), la globalización, facilidades para el aprendizaje... Pero todavía es prematuro para conocer sus efectos a largo plazo. No obstante, la Naturaleza siempre nos ha enseñado que debe existir un equilibrio; cuando éste se rompe se desencadenan automáticamente los movimientos necesarios y suficientes para alcanzarlo de nuevo. Desconocemos qué movimientos se han puesto en marcha para estabilizar el equilibrio roto por la aparición de las TIC y su aplicación en la sociedad moderna, pero debemos estar muy pendientes de cualquier indicio, pues a la velocidad con que las TIC van modernizándose, los desequilibrios sociales producidos son los mayores que ha conocido la Historia del Hombre.

Los alumnos de hoy en día son auténticos privilegiados en medios y en información. Incluso los profesores podemos presumir de que nunca antes, aún aceptando su escasez en nuestros centros, habíamos dispuesto de tantas posibilidades para dinamizar nuestras clases con contenidos que ni en sueños hubiéramos imaginado hace unos pocos años (desde el 1996 en adelante). Todo ello, a priori, debería ser beneficioso y potenciado, pero no obstante existen serios problemas latentes a los que todavía no se les presta la atención que merecen. Pongamos por caso el ejemplo finlandés (paradigma actual de buenos resultados académicos) y el español (con un alto fracaso escolar). En el primer caso se diría que todo es perfecto y que debe ser la referencia a seguir por los demás países europeos. Pero existen datos objetivos como el creciente índice de alcoholismo entre la juventud finlandesa, especialmente entre las chicas. Parecería que el caso español no guarda relación, pero entre ambos ejemplos se pueden encontrar nexos en común que relacionan la actitud de los alumnos, al igual que con los de cualquier sociedad desarrollada, como son la desmotivación, la falta de interés, el rechazo al esfuerzo... En mi opinión, las TIC también traen eso, pues ponen al alcance de un clic toda la información que cualquiera pueda necesitar. ¿Cómo convencer a los alumnos para realizar un trabajo de otro tipo, cuando con el esfuerzo del clic se tiene todo a mano?

El e-learning, consecuencia de la SIC y del desarrollo de las TIC, abunda más en este concepto que he expuesto. Por supuesto que sus beneficios no deben ponerse en duda porque, entre otras cosas, son evidentes, pero la cuestión es que tampoco se oyen voces críticas en sentido contrario. Casi todo el mundo reflexiona de forma positiva ante las TIC, alaba la Web 2.0 y me queda el amargo sabor de boca de que los blogs son ampliamente usados por profesores y alumnos. Lo digo porque la experiencia que yo tengo es que esas herramientas dejan de ser usadas por los alumnos con la misma rapidez con que las adoptan. Lo he podido comprobar en innumerables ocasiones por mí mismo y por la experiencia de profesores de diferentes puntos de la península. Mi conclusión es la de que lo que atrae al alumno es la obligación de tener que hacerlo, aunque admito que existen sus excepciones, pero no creo que sean mayoritarias. Ya en esa línea escribió Kearsley (2000) encontrando una relación entre la participación de los alumnos y las actividades relevantes propuestas por el profesor.

En resumen, me considero muy partidario del uso de las TIC en la enseñanza y llevo promoviéndolas bastantes años, tal como recomienda Zvacek (2001). Me he encontrado con reticencias de todo tipo y también con la ilusión de otros muchos profesores por aprender y profundizar en el desarrollo de su profesión o vocación. Pero el e-learning cambia todos los papeles hasta ahora representados por los actores, especialmente cuando nos referimos al profesorado de la Pública (aunque también en gran medida al de la Privada). El desarrollo del e-learning requiere de cambios mucho más profundos que el simple uso intensivo de las TIC, pues afecta a la estructura conceptual de los sistemas educativos tradicionales. Incluso apuntaría a que en un futuro muy próximo tendrá efectos sociales colaterales que afectarán de forma negativa al empleo, tal como demuestra la crisis actual y su efecto globalizador consecuencia del uso de las TIC.

BIBLIOGRAFÍA


— Barberà y Litwin (2006). Canvis en l’acció docent: de les classes presencials a les classes virtuals. Barcelona: UOC.

— Castells, M. (2000). Internet y la sociedad red. A Lección inaugural del programa de doctorado sobre La sociedad de la información y el conocimiento. UOC. .

— Jackson P. (2002). Práctica de la enseñanza. Buenos Aires: Amorrortu.

— Kearsley, G. (2000). On line education. Learning and Teaching in Cyberspace. Toronto: Wadsworth.

— Zvacek, S. M. (2001). Confessions of a guerrilla technologist. EDUCAUSE Quarterly, 2, 40-45. . [02/11/2004].