La docencia moderna bien podría clasificarse en función de las tres dimensiones que definen Barberà y Litwin (2006), es decir, superadas las dimensiones de la agenda clásica de la didáctica y de la psicología cognitiva, coincidimos en la dimensión de la espontaneidad intuitiva y de la formación de una sapiencia práctica. Nos hallaríamos por tanto en la tercera dimensión.
La adopción de las TIC como herramienta usual en las clases nos sitúa, de hecho, en esa tercera dimensión, dado que las componentes de la espontaneidad y de la intuición le son inherentes. El uso de las TIC propicia que el alumno participe activamente en todo momento, a diferencia del alumno pasivo de la primera dimensión: en ella, el sujeto pasivo se limitaba a escuchar la mayor parte de las veces y a formar parte de un plan predefinido férreamente, sin fisuras, en donde lo más importante era cumplir los objetivos señalados en la relación temporalización / materias. Lo demás era secundario.
En general, la mayoría del profesorado que usa las TIC en sus clases hace referencia a las experiencias que ha tenido con las TIC y, en general, a los buenos resultados obtenidos. Además, se percibe hasta un alto grado de satisfacción en ellos por el hecho de haberlas utilizado y por el rendimiento mostrado por los alumnos. Sin embargo, bajo mi punto de vista, no estoy tan seguro de las bondades de las TIC al cien por cien. Creo que la enseñanza actual responde al compendio de muchas cosas y no sólo al mero uso de las TIC (Jackson, 2002, p. 34).
Las TIC nos han traído muchos beneficios y muchos cambios sociales: la Sociedad de la Información y el Conocimiento (Castells, 2006), la globalización, facilidades para el aprendizaje... Pero todavía es prematuro para conocer sus efectos a largo plazo. No obstante, la Naturaleza siempre nos ha enseñado que debe existir un equilibrio; cuando éste se rompe se desencadenan automáticamente los movimientos necesarios y suficientes para alcanzarlo de nuevo. Desconocemos qué movimientos se han puesto en marcha para estabilizar el equilibrio roto por la aparición de las TIC y su aplicación en la sociedad moderna, pero debemos estar muy pendientes de cualquier indicio, pues a la velocidad con que las TIC van modernizándose, los desequilibrios sociales producidos son los mayores que ha conocido la Historia del Hombre.
Los alumnos de hoy en día son auténticos privilegiados en medios y en información. Incluso los profesores podemos presumir de que nunca antes, aún aceptando su escasez en nuestros centros, habíamos dispuesto de tantas posibilidades para dinamizar nuestras clases con contenidos que ni en sueños hubiéramos imaginado hace unos pocos años (desde el 1996 en adelante). Todo ello, a priori, debería ser beneficioso y potenciado, pero no obstante existen serios problemas latentes a los que todavía no se les presta la atención que merecen. Pongamos por caso el ejemplo finlandés (paradigma actual de buenos resultados académicos) y el español (con un alto fracaso escolar). En el primer caso se diría que todo es perfecto y que debe ser la referencia a seguir por los demás países europeos. Pero existen datos objetivos como el creciente índice de alcoholismo entre la juventud finlandesa, especialmente entre las chicas. Parecería que el caso español no guarda relación, pero entre ambos ejemplos se pueden encontrar nexos en común que relacionan la actitud de los alumnos, al igual que con los de cualquier sociedad desarrollada, como son la desmotivación, la falta de interés, el rechazo al esfuerzo... En mi opinión, las TIC también traen eso, pues ponen al alcance de un clic toda la información que cualquiera pueda necesitar. ¿Cómo convencer a los alumnos para realizar un trabajo de otro tipo, cuando con el esfuerzo del clic se tiene todo a mano?
El e-learning, consecuencia de la SIC y del desarrollo de las TIC, abunda más en este concepto que he expuesto. Por supuesto que sus beneficios no deben ponerse en duda porque, entre otras cosas, son evidentes, pero la cuestión es que tampoco se oyen voces críticas en sentido contrario. Casi todo el mundo reflexiona de forma positiva ante las TIC, alaba la Web 2.0 y me queda el amargo sabor de boca de que los blogs son ampliamente usados por profesores y alumnos. Lo digo porque la experiencia que yo tengo es que esas herramientas dejan de ser usadas por los alumnos con la misma rapidez con que las adoptan. Lo he podido comprobar en innumerables ocasiones por mí mismo y por la experiencia de profesores de diferentes puntos de la península. Mi conclusión es la de que lo que atrae al alumno es la obligación de tener que hacerlo, aunque admito que existen sus excepciones, pero no creo que sean mayoritarias. Ya en esa línea escribió Kearsley (2000) encontrando una relación entre la participación de los alumnos y las actividades relevantes propuestas por el profesor.
En resumen, me considero muy partidario del uso de las TIC en la enseñanza y llevo promoviéndolas bastantes años, tal como recomienda Zvacek (2001). Me he encontrado con reticencias de todo tipo y también con la ilusión de otros muchos profesores por aprender y profundizar en el desarrollo de su profesión o vocación. Pero el e-learning cambia todos los papeles hasta ahora representados por los actores, especialmente cuando nos referimos al profesorado de la Pública (aunque también en gran medida al de la Privada). El desarrollo del e-learning requiere de cambios mucho más profundos que el simple uso intensivo de las TIC, pues afecta a la estructura conceptual de los sistemas educativos tradicionales. Incluso apuntaría a que en un futuro muy próximo tendrá efectos sociales colaterales que afectarán de forma negativa al empleo, tal como demuestra la crisis actual y su efecto globalizador consecuencia del uso de las TIC.
BIBLIOGRAFÍA
— Barberà y Litwin (2006). Canvis en l’acció docent: de les classes presencials a les classes virtuals. Barcelona: UOC.
— Castells, M. (2000). Internet y la sociedad red. A Lección inaugural del programa de doctorado sobre La sociedad de la información y el conocimiento. UOC.
— Jackson P. (2002). Práctica de la enseñanza. Buenos Aires: Amorrortu.
— Kearsley, G. (2000). On line education. Learning and Teaching in Cyberspace. Toronto: Wadsworth.
— Zvacek, S. M. (2001). Confessions of a guerrilla technologist. EDUCAUSE Quarterly, 2, 40-45.
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