La nueva educación a distancia que denominamos e-learning, en estos últimos años de gran impacto, es al mismo tiempo un gran negocio para muchas empresas. Este es el lado que encuentro más triste de todo el asunto, porque para algunos no nos parece que se haya adoptado estas decisiones tanto para favorecer la formación de los ciudadanos, como para el beneficio de las empresas con su oferta de formación. A esa sombra se han creado multitud de empresas para estrujar con fruición la nueva ubre. Nada malo hay en ello si no andaran cifras tan descomunales de subvenciones por parte de los gobiernos amamantando tanto negocio especulativo, es decir, como siempre, con dinero procedente de nuestros impuestos.
En otro orden de cosas, resulta curioso comprobar que las universidades presenciales sólo han empezado a moverse en este sentido (al menos en el caso español) cuando han empezado a ver cómo otras de nueva apertura que basaban su oferta en un e-learning innovador y en evolución constante atraían hacia sí gran parte de las matrículas de los alumnos universitarios. Menos mal que la crisis que padecemos actualmente, traducida en un paro en aumento, ha servido de catalizador para que muchas personas que se han quedado sin trabajo hayan optado por iniciar o continuar estudios universitarios, lo que ha provocado un aumento relativo de la matrícula universitaria en este último año, especialmente.
Igualmente, resulta sorprendente comprobar cómo la universidad a distancia española por excelencia, la UNED, también se había dormido en un sueño profundo desde hacía una década por lo menos, y hace muy poco que ha empezado a despertar.
Si echamos una mirada a los portales Web de las universidades antes de 2006 eran bastante desastrosos y desorganizados, y no estoy hablando de diseño, sino de claridad, facilidad para localizar la información por los usuarios y operatividad para gestiones online.
Todavía a fecha de hoy sorprenden las colas desde por la mañana en muchas universidades de carácter presencial para poderse matricular los estudiantes en nuevas asignaturas o estudios. ¿Estamos camino de 2010? ¿Sociedad de la Información?
Parece que lo único que ha provocado el cambio de actitud ha sido, por un lado, la competencia (tanto de universidades privadas presenciales como online), y por otro, el hecho de ver mermados sus ingresos hasta el punto de que han empezado a temer por su estabilidad económica.
Quiero decir con todo ello que el impacto de la educación abierta y a distancia es muy alto, y también creo que sólo ha hecho más que comenzar. En los próximos años, entiendo que se producirá una revolución en este sentido principalmente en la enseñanza universitaria debido a ese impacto, que por otro lado considero que no es sino la respuesta a una demanda que ha existido siempre y a la que se le ha prestado muy poca atención por parte de las administraciones.
En otros correos ya he expuesto opiniones y datos que refrendan cuanto digo en estos momentos, por lo que mis conclusiones están basadas en todo lo que he leído y en mi propia intuición. En ello me baso para afirmar que el crecimiento del e-learning será exponencial a partir de ahora porque la demanda también crecerá siguiendo esa curva, conforme llegue más a la gente y ésta sepa que existen otras alternativas fiables, flexibles y de calidad aparte de las convencionales.
El e-learning, considerado como producto, es muy bueno. Además responde a las necesidades de la sociedad actual, y por tanto a la demanda de los usuarios relacionados con esa sociedad. El crecimiento debe ser, en consecuencia, tremendo e imparable en un futuro inmediato.
La globalización ha unido a los países más si cabe en un destino común, algunos dirán que con un probable fatal desenlace, pero en lo que respecta al e-learning, el mismo efecto globalizador hace que se extienda a nivel mundial. Evidentemente, cada país propicia en la medida de sus posibilidades reales esos recursos para sus ciudadanos, pero la Red no entiende de fronteras ni de exclusividades, de manera que la formación en línea es una realidad incluso para los países del Tercer Mundo desde el momento en que están también conectados a la World Wide Web.
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